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martes, 22 de septiembre de 2009

Mis ojos se abren lentamente. Estoy acostada en el suelo. Me levanto. No se mira casi nada, todo está en una extraña penumbra. Miro a mi alrededor. Parece que estoy en algún tipo de celda como esas de las películas de la edad media. Me acerco a la pared, es una pared de piedra fría, húmeda y rugosa, llena de musgo. Es como si ya tuviera muchos años. Al fondo se ve una puerta de madera antigua con una especie de ventana con rejas, por donde entra la única luz. No se mira practicamente nada. Todo está en silencio. Derrepente siento algo que se mueve muy cerca de mi. Se está acercando cada vez más. Estoy a punto de gritar cuando una voz me dice:
- No tengas miedo. Yo también estaba así cuando llegué, igual de desconcertado que lo estás tu. Tranquilizate y te lo explicaré todo.
Miro a todos lados intentando ver a la persona que me habla. No miro nada. Derrepente siento una mano en mi hombro. Y la misma voz de antes que repite:
- No tengas miedo. Hazme caso.
Me voy calmando poco a poco. Un montón de preguntas comienzan a llegar a mi mente. Y justo cuando iba a abrir la boca para preguntar:
- No puedo decirte mucho. Pero de momento solo debes saber una cosa. No intentes escapar, es inútil. Vendrán por ti, hablaran contigo; debes responder a todas sus preguntas. No les hagas enfadar. Por lo que más quieras hazme caso.
Y justo entonces la puerta se abre derrepente...

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Con una expresión de horror en el rostro contemplo mi reflejo en el espejo. No puede ser cierto. Seguro que son imaginaciones mías.
El día transcurre con normalidad, con una extraña normalidad. Después de venir del instituto me pongo a hacer los deberes por orden de mi madre. Cuando por fin los acabé me puse a ver la tele en mi cuarto. Que aburrimiento, no hay nada en la tele. Miro mi reloj, las diez, pronto estará la cena. Apago la televisión y me tiro en mi cama. Todo está en silencio, un extraño silencio, ya que mi hermano siempre estaba armando escandalo. Por mi mente vuelven a pasar las imágenes de aquel extraño sueño, otra vez.
Derrepente un desgarrador grito de mi madre rompe el silencio. No es el típico grito de cuando mira un ratón o una araña, realmente pasa algo. Me levanto corriendo y voy al pasillo. Me acerco a las escaleras y agachada en el suelo miro entre las barras del pasamanos. No se escucha nada, todo está en silencio. Bajo las escaleras, llego al piso de abajo y me dirijo a la cocina donde debería estar mi madre. No está. Comienzo a sentir miedo. Voy corriendo al salón, nadie. Los baños, nadie. Las habitaciones, nadie. La casa estaba vacía. Que había pasado donde estaba toda mi familia. Cogo el teléfono y comienzo a llamar al móvil de mi madre, no hay línea.
Derrepente un fuerte dolor de cabeza. Siento como si la cabeza se me fuera, todo comienza a dar vueltas, y me desplomo en el suelo inconsciente.