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viernes, 28 de mayo de 2010

culpable...

Sterk dirigió a Psyke una mirada cargada de rabia y furia. Todos sus músculos se contrajeron. Su cara se puso roja y las venas se le marcaban en todo el cuerpo. Era como si estuviese resistiendo un gran dolor. De un tirón rompió las cuerdas que lo ataban, llevó sus manos al pecho y rompió la camiseta. Sus músculos estaban tensos.
- pagarás por todo, Psyke. aaaaaah.
Un grito de dolor salió de su boca.
- Sterk, para, te vas a hacer daño.
- no te metas Andi, ahora no hay vuelta atrás.
- que quieres decir?, que va a pasar?
Sterk se encogió en el suelo. Su columna empezó a moverse, como si estuviera cambiando de forma.
Llevó sus manos a sus brazos y se arrancó la piel, dejando al descubierto pelo que le cubría todo el cuerpo.
Su cara empezó a deformarse, adquiriendo una forma parecida a la de un lobo.
- se esta transformando?
- si
- pero, porque?
- como puedes preguntar eso? lo hace por ti.
- por mi?
- si.
Nuestra conversación fue interrumpida por los gritos de dolor de Sterk.
Todos los presentes estaban como helados, contemplando la transformación. Psyke se había quedado paralizado delante de Stek, incapaz de moverse.
Su cuerpo se estiró hasta alcanzar una altura de tres metros.
Psyke tenía el rostro desencajado, mirando fijamente al gran lobo negro que tenía delante.
Parecía que nada podría vencer a esa bestia.
- Andi, ten cuidado. No sabemos si tiene el control.
- a que te refieres?
- a veces, los lobos, pierden el control cuando se transforman. Si eso pasara, no se salvaría nadie...
- no puede ser...
Sin pensarlo, empecé a correr hacia donde estaba Sterk. Era imposible que no me reconociese a mi. Yo era la razón por la que todo pasó.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Perro rabioso...

Antes de nada, pido perdón por no haber escrito antes, pero es que estuve muy ocupada con las recuperaciones de las que suspendí, y además estuve castigada sin ordenador, y solo podía venir en contadas ocasiones en las que mi madre no estaba. Espero que os guste...

Me dejé llevar, no quería oponer resistencia y poner en peligro a Andi. Me llevaron de regreso a las mazmorras, pero esta vez tenían una celda especial preparada para mi.
Abrieron la puerta y me tiraron dentro. Los barrotes, el techo y las paredes... eran metálicas... no podía ser, estaban echas de plata.
- no trates de escapar esta vez si no quieres morir.
- porque...
- tienes la cara para preguntar por qué?
- que me vais a hacer?
- los perros rabiosos se sacrifican para que no den más problemas.
- no podéis hacerlo. Eso anularía el pac..
- Crees que eso importa? Somos mejores que todos vosotros juntos.
- no deberías subestimarnos.
- no te hagas el gallito conmigo, si estás vivo ahora mismo es gracias a Psyke.
Eso no tenía mucho sentido, ya que de todos modos acabarían conmigo tarde o temprano.
- solo una última cosa. cuando....?
- mañana, antes del amanecer.
La hora de mi muerte se acercaba y no podía hacer nada al respecto. Podría intentarlo, pero eso supondría poner en peligro a Andi. Prefería morir antes de que Andi estuviera en peligro.
Me dejaron solo en aquella celda fría. No me dieron nada de comer ni de beber. Nadie se pasó a comprobar si había escapado. Nadie quería acercarse a mi.
Pasaron muchas horas. Se acercaba el momento. Mi cabeza estaba llena de ideas. Quería escapar, pero no solo... con Andi, aunque eso era casi imposible.
La puerta se abrió de repente.
- es la hora, perro. levántate.
Sin decir nada me levante. Me llevaron a la gran sala, pero esta vez estaba distinta. En el centro, una mesa de piedra, rodeada de madera. Al fondo de la sala, Psyke, con una expresión de seriedad en el rostro, y a su alrededor los miembros del consejo. Busqué con la mirada a Andi, pero no la veía. Me llevaron a la mesa y me ataron a ella. Psyke se levanto y comenzó a caminar hacia mi.
- Sabes que yo no quería llegar a estés extremos, pero no me queda más remedio.
La puerta se abrió y entró Nuori seguida por Andi.
- que hace ella aquí.
- presenciar el espectáculo.
- no quiero que está aquí.
- el deseo no te es concedido.
- acepto que me sacrifiquéis, pero que ella no estea aquí.
- desde cuando se hace lo que tu dices?. Ella se queda.
La rabia comenzó a recorrer mi cuerpo. Tenía que controlarla o acabaría descontrolado.
- ni lo intentes. sabes perfectamente que eso violaría el código.
- ahora te importa el código?. si me matas el código también se anula.
- pero es ese caso, lo anulo yo.
Esa fue la frase que me hizo perder el control...